El jueves, Facebook -ahora Meta- dedicó su conferencia anual Connect a mostrar sus ambiciosos planes para construir el metaverso, que es esencialmente una evolución de Internet consistente en espacios tridimensionales en realidad virtual donde los usuarios pueden interactuar entre sí. El discurso de apertura de la conferencia fue una presentación un tanto extravagante, de hora y media de duración, en la que el consejero delegado, Mark Zuckerberg, saltó de un entorno a otro con renderizado CGI, como naves espaciales y mansiones tropicales. Con todo, el tono alegre y las imágenes extravagantes contrastaban con las docenas de escándalos en curso sobre el impacto de la empresa en la sociedad.
Aunque la presentación estuvo repleta de mascotas alienígenas, droides que juegan al póquer y chimeneas flotantes, quizá el momento más sorprendente se produjo durante el segmento sobre cómo el metaverso va a ayudar al comercio electrónico. La parte comenzó con Vishal Shah, jefe de productos del metaverso de Facebook, enumerando los tipos de cosas que se podrían comprar y vender a través del metaverso, como ropa digital para avatares. Para ilustrar la utilidad del metaverso para los negocios en la vida real, Shah se sentó en un coliseo virtual con Jackie Aina, fundadora de la marca de estilo de vida Forvr Mood. Lo sorprendente es que Forvr Mood es una empresa creada en torno a las fragancias, que vende artículos como velas perfumadas y sprays de ambiente. El problema es obvio: el olor es un sentido que la mayoría de los sistemas de realidad virtual del mercado no pueden reproducir en absoluto. Forvr Mood ya tiene un éxito considerable en Instagram, una plataforma que tampoco puede transmitir los olores. Pero es extraño que el argumento de Facebook para el comercio electrónico en el metaverso -una categoría de Internet destinada en parte a replicar o aumentar la vida real- se centrara en un producto al que la realidad virtual tendría dificultades para aproximarse. En el metaverso no se pueden oler las cosas, ¿verdad?
Esto no es una crítica a Aina -el cameo fue sin duda una buena oportunidad para dar a conocer su marca, y ella ya es bastante experta en el marketing de las redes sociales-, pero pareció algo inútil. Por ejemplo, Shah sugirió que Aina podría organizar una fiesta de lanzamiento exclusiva en el metaverso para los mayores fans de sus velas perfumadas, y luego la condujo a través de un jardín de mariposas virtual en el que se exponían esas velas. Si Facebook nos pide que imaginemos las experiencias alucinantes que hace posible el metaverso, una fiesta de velas perfumadas en la que no se pueden oler las velas se queda corta.
Invenciones sobre el olor en los medios de comunicación
A lo largo del siglo pasado hubo varios intentos de incorporar los olores a los medios de comunicación, quizá el más famoso de ellos fue el Smell-O-Vision. En la Feria Mundial de Nueva York de 1939, el inventor Hans Laube presentó su sistema Smell-O-Vision, que utilizaba tubos para bombear fragancias a los asientos de un teatro. Tras un fracaso inicial y un breve resurgimiento en la década de 1960, la tecnología desapareció en el olvido. Por el momento, Facebook no ha afirmado estar trabajando en ningún producto de VR orientado al olfato, pero varias empresas están desarrollando dispositivos que permitirían a la gente «oler» el metaverso.
Al igual que Smell-O-Vision, algunas de estas iniciativas han tenido dificultades para alcanzar el éxito. Una empresa conocida como Feelreal creó una máscara interoperable con los sistemas de realidad virtual existentes, como Oculus Rift y PlayStation VR. La máscara dispensa aromas como la goma quemada o el bosque de primavera, y cada olor distinto cuesta 5 dólares. En el 2019, sin embargo, la FDA designó la máscara como un dispositivo de vaping, lo que obligó a la compañía a retrasar la producción en masa para hacer ajustes y hacer una nueva ronda de pruebas. La última actualización de Feelreal informó a sus patrocinadores que la pandemia había retrasado aún más la producción. Otras startups están tratando de inyectar olor en la realidad virtual para representar con mayor precisión los efectos del cambio climático o aumentar el porno (¡de verdad!).
Los aromas distribuidos estratégicamente no sólo pueden ser útiles para que los usuarios huelan su entorno en la realidad virtual; también pueden ayudar a imitar las temperaturas. IEEE Spectrum informó el año pasado de que unos investigadores de la Universidad de Chicago habían ideado una forma de hacer que la gente sintiera calor y frío en la realidad virtual con los olores, mientras que al mismo tiempo les engañaban haciéndoles creer que no estaban oliendo nada. Los investigadores lo consiguieron manipulando el nervio trigémino de la nariz, que transporta información sensorial como el olor y la temperatura entre el cerebro y la cara. Hay ciertos receptores en el nervio trigémino que pueden responder tanto a los olores como a las temperaturas reales del entorno para provocar la sensación de temperatura en una persona. Por ejemplo, el mentol tiene un olor a menta, pero también provoca una sensación de frescor. La capsaicina, presente en los pimientos picantes, puede hacer que una persona sienta calor. El dispositivo que utilizan los investigadores para dispensar las sustancias químicas es una caja fijada a la parte delantera de las gafas de realidad virtual que contiene tres viales de 1 mL de líquido. Los tubos que se extienden hasta la nariz de los usuarios envían bocanadas de las sustancias químicas cada seis segundos.
Dicho esto, no parece que los olores en el metaverso vayan a ponerse de moda a corto plazo. Las empresas de realidad virtual ya están luchando por conseguir que el gran público adopte su tecnología, en gran parte debido al precio de los dispositivos. Convencer a la gente de que pague más por frascos para simular olores sería difícil de vender. Quizá especialmente para una empresa cuya reputación apesta.
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