El rechazo al anuncio de Oculus de migrar a sus clientes al sistema principal de perfiles de Facebook se ha intensificado con la intervención de la Electronic Frontier Foundation (EFF).
Para quien no esté familiarizado, la EFF es una organización sin ánimo de lucro fundada en los años 90, cuyo objetivo es proteger los derechos de los usuarios digitales. Su implicación es una señal de que el movimiento de Facebook no va a desaparecer en silencio.
Si la privacidad muere en la VR, muere en la vida real, la organización advierte de un desastre distópico, si la industria no se regula mejor.
La empresa explica que «esta industria en ciernes ha heredado muchos problemas de su creador» y que «existe la posibilidad de que se introduzcan en todas nuestras vidas personales y profesionales guiados por los precedentes establecidos hoy».
Continúa señalando que Facebook aseguró a los usuarios en el momento en que compró Oculus que no necesitarían un inicio de sesión en Facebook para seguir utilizando sus dispositivos. Pero, en los últimos años, se ha producido una especie de retroceso.
El artículo continúa con una dura advertencia.
«La eliminación de inicios de sesión alternativos puede obligar a los usuarios de Oculus a aceptar las normas comunitarias de Facebook, o arriesgarse a bloquear su dispositivo. Con esta falta de elección, los usuarios ya no pueden dar libremente un consentimiento significativo y pierden la libertad de ser anónimos en su propio dispositivo.»
Por supuesto, para nuestros propósitos, a Facebook no le importa si molesta a los usuarios de productos para adultos, porque técnicamente, en lo que respecta a Oculus, no existen. Ya hemos hablado en otro lugar de por qué esta es una actitud poco útil.
La EFF continúa señalando que el nivel de telemetría que pueden recoger los dispositivos de realidad virtual va más allá de todo lo que hemos visto antes. Se pueden recopilar datos de todo tipo, desde la forma de andar hasta la manera de moverse, pasando por un informe detallado (posiblemente literal) de cómo reaccionamos a los estímulos, todo lo cual los anunciantes, y otras cosas peores, pueden utilizar como arma contra nosotros. Todo ello además de lo habitual sobre lo que hacemos y con qué lo hacemos.
La EFF aboga por que empresas como Oculus hagan algo más que pensar en la privacidad. «Los líderes de la industria deben comprometerse con los principios de privacidad por diseño, seguridad, transparencia y minimización de datos. Por defecto, sólo deberían recogerse los datos necesarios para las funciones básicas del dispositivo o el software; incluso entonces, los desarrolladores deberían utilizar el cifrado, eliminar los datos tan pronto como sea razonablemente posible y hacer que estos datos permanezcan en los dispositivos locales.»
Y eso es sólo el principio. Continúa sugiriendo que las fusiones (como la de Facebook y Oculus) deben ser reguladas, y que, si no se controla, podríamos acabar en un lío aún mayor que con otros avances del «salvaje oeste», como las casas y las apps inteligentes.
«Los desarrolladores, los usuarios y el gobierno deben asegurarse de que no se monte su bombo en un ecosistema ineludible, inseguro, propietario e invasor de la privacidad», advierte. Y es difícil no estar de acuerdo con eso.
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