Los mundos paralelos de la realidad virtual están revueltos. HTC lanza sus Vive Flow, sus primeras gafas de realidad virtual casi autónomas. La idea del fabricante de la gafa Vive Pro 2 (popular entre los jugadores) es ofrecer a la VR más movilidad. 20 Minutos ya ha podido probar esta solución anunciada antes de su comercialización.
La batería como único hilo conductor
Tienen un buen aspecto, el Vive Flow. Con sus lentes exteriores doradas que les dan un aspecto futurista (¡casi robótico!), estas gafas son extremadamente ligeras. Con un peso de sólo 189 gramos (apenas el de un smartphone), incorporan dos pantallas LCD de 1600 x 1600 píxeles. En cada brazo, los altavoces permiten, si se desea, prescindir de los auriculares.
Para acceder al mundo de la VR, se requiere el uso de un smartphone y la aplicación Vive Port donde se encuentra el contenido de realidad virtual. En la mano del usuario de las gafas, el teléfono conectado por wifi actúa como un mando a distancia con puntero. El Vive Flow está conectado a una batería portátil que se puede llevar en el bolsillo.
Indiscutiblemente cómodo de llevar
Cuando te los pones en la nariz, te sorprende la gran ligereza de los prismáticos futuristas. En comparación, las gafas HTC Vive Pro 2 pesan 4,5 veces más (850 gramos). Y la comodidad de llevar el Vive Flow también se nota. Gracias a un cojín interno de tela, el contacto con la cara se suaviza y evita el sudor, como ocurre con las clásicas gafas de VR con un interior más plástico. Este cojín es extraíble y lavable. Este es un buen punto para la higiene si varias personas utilizan las gafas.
Sin embargo, hay un pequeño problema en la oreja derecha: es donde se encuentra el cable de alimentación que conecta el Vive Flow a su batería. Pero HTC consigue una hazaña: no es necesario estar conectado a un ordenador para acceder a la RV. En este caso, basta con un único smartphone conectado a la red wifi.
HTC en el País de las Maravillas
El fabricante taiwanés se ha preocupado de incorporar lentes dióptricas a su Vive Flow. Así, pudimos ajustar la calidad de nuestra visión con perfecta precisión.
Nada más desplegar el menú de la aplicación, también nos sorprende el amplio campo de visión (100°) que se ofrece a nuestros ojos. El puntero se puede ajustar simplemente moviendo el smartphone y permite seleccionar entre los programas que se ofrecen. Un toque del dedo en la pantalla lo valida. Estos gestos pueden aprenderse en un instante.
Durante la demostración que pudimos disfrutar, nos divertimos con el juego Alicia en el País de las Maravillas en realidad virtual. La caída en el famoso tronco del árbol que abre el cuento de Lewis Carroll es increíblemente realista, ¡simplemente vertiginosa! Al levantar la cabeza, se puede distinguir poco a poco la superficie que se aleja. Si bajas la cabeza, el suelo sobre el que vas a chocar se acerca a toda velocidad. Los colores son vivos, tónicos, la imagen precisa, aunque la tasa de refresco de las pantallas se quede en 75 Hz, que apenas supera la de un smartphone clásico.
Sin embargo, el sonido difundido por los altavoces de las gafas tiene dificultades para sumergirnos plenamente en este encanto visual. Le falta cuerpo y potencia. Y también podemos escuchar los ruidos de alrededor. Es mejor utilizar los auriculares True Wireless para encerrarte en tu burbuja virtual…
Viendo su serie en el sofá
Pero HTC no reserva su Vive Flow solo para el mundo de la realidad virtual. El fabricante taiwanés pretende convencernos de que nos los regalen para que nos entretengamos: YouTube, Tik Tok, Netflix y otros pueden ser invitados a nuestras sesiones. De hecho, unos minutos dedicados a ver el principio de un episodio de Squid Game en Netflix nos convencieron pronto del excepcional potencial de las gafas para ver vídeos.
Detrás de las gafas, tenemos la impresión de estar frente a una enorme pantalla de cine. Y puedes revolcarte con las gafas en un sofá, con la cabeza acurrucada en un cojín: nada impide la comodidad del visionado. HTC parece haber entendido todo. O casi…
Un precio que los hace casi inaccesibles
Pasa que quienes lo deseen tendrán que suscribirse a la aplicación Vive Port para disfrutar de los contenidos de VR (5,99 euros/mes). El hecho de que las gafas se vendan sin su batería (59 euros por 10.000 mAh y 4 horas de autonomía). Además, cualquier powerbank puede servir en este caso (con igual capacidad, ¡se encuentran fácilmente algunas por la mitad de precio!).
No, lo que choca es que el Vive Flow sólo es compatible con el universo Android. A los pocos propietarios de iPhone se les pide que se vayan a jugar a otra parte. Sobre todo, lo interesante es la codicia de HTC. ¡La compañía taiwanesa ha anunciado que quiere vender su Vive Flow por 549 euros (frente a los 799 euros del auricular Vive Pro 2)! Son 50 euros más que una consola Xbox Series X de Microsoft.
Esto deja fuera de juego a la mayoría de los potenciales usuarios que podrían haber caído en este tipo de equipos, especialmente a los consumidores más jóvenes. A menos que rompamos nuestra hucha, parece que sólo los famosos «early-adopters» podrán invertir. Es una pena para un dispositivo tan prometedor, porque a menos de 300 euros, imaginamos que justo antes de las navidades, estas Vive Flow podrían haber sido un auténtico éxito.
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