Gracias a la continua evolución de la IA, se están desarrollando robots sexuales con funciones de vanguardia como el reconocimiento facial, la síntesis del habla y la inteligencia emocional. Estas máquinas pueden parecer, sonar y responder como humanos, ofreciendo un tipo de experiencia íntima totalmente nuevo.
Aún está por ver cómo encajarán estas sofisticadas máquinas en nuestras vidas, pero podrían proporcionar una conexión emocional que actualmente no es posible con los juguetes sexuales tradicionales. También ofrecen una alternativa segura para quienes no tienen acceso a parejas reales o se sienten incómodos en la intimidad física. También podrían aportar beneficios terapéuticos a personas con discapacidades o ansiedades sociales.
La realidad virtual es otra tecnología que está causando sensación en el mundo de la tecnología sexual. Los cascos de realidad virtual permiten a los usuarios entrar en mundos virtuales donde pueden interactuar con avatares tridimensionales, explorar fantasías sexuales y conectar en tiempo real con parejas digitales. Es una perspectiva apasionante para quienes desean experimentar algo nuevo sin salir de casa.
Está claro que la tecnología está cambiando la forma en que exploramos la sexualidad y la intimidad, ofreciendo nuevas y excitantes vías de exploración. Pero aún hay incógnitas sobre cómo utilizaremos estas tecnologías en el mundo real.
¿Qué nos deparará el futuro?
En el 2015, el futurólogo Ian Pearson publicó un informe en el que predecía el futuro del sexo. Sugirió que para 2030, tener sexo virtual será tan común como navegar por la pornografía hoy en día y que para 2050 -apenas 27 años a partir de ahora- todo el sexo entre humanos será reemplazado por sexo robótico.
¿Podría haber algo de cierto en estas predicciones? Pearson también sugirió que en el 2025 las mujeres tendrán más sexo con robots que los hombres. Sin embargo, Rowntree cree que esto es poco probable.
Aunque las parejas sexuales robóticas puedan ofrecer placer físico, los humanos tienen una conexión emocional que los robots no pueden proporcionar, al menos en un futuro próximo.
En el fondo, el sexo consiste en conectar íntimamente con otra persona. La tecnología puede mejorar las experiencias sexuales, pero sin el calor de la conexión física y los matices de la interacción humana, no serán satisfactorias.
Conversaciones emocionales y conexión física
Una parte fundamental de la interacción humana es la conversación. Aunque se están desarrollando chatbots con IA para simular estos intercambios, ¿es probable que podamos tener conexiones emocionales con las máquinas?
«Sin llegar a «Black Mirror», esto podría ser totalmente posible», dice Rowntree. «Pero ¿se generalizará? No lo creemos, porque el perfeccionamiento de las interacciones emocionales entre la IA y los humanos requerirá una mayor delicadeza con el tiempo. Es poco probable que la mayoría de la gente quiera sustituir una conexión real humana por una conexión con una máquina… por ahora.»
Pero ¿qué hay de lo puramente físico? El sector de las «muñecas reales» lleva años creciendo, y estas muñecas sexuales hiperrealistas y de tamaño natural son cada vez más populares. ¿Será que los gustos están cambiando y la gente encuentra más atractivos estos maniquíes de silicona?
Rowntree cree que no. «Depende de las preferencias individuales y no se puede generalizar. Cada persona siempre se sentirá atraída por cualidades diferentes y tendrá invariablemente preferencias sexuales distintas: todo eso forma parte de lo que nos hace humanos».
Sustituir las relaciones humanas
En general, la tecnología sexual aún tiene mucho camino por recorrer antes de que pueda reproducir realmente las conexiones físicas y emocionales humanas. Aunque las parejas sexuales robóticas, las muñecas realistas y la realidad virtual ofrecen interesantes oportunidades para explorar nuestras fantasías sexuales, es poco probable que sustituyan por completo a las relaciones humanas en un futuro próximo.
Los robots y los avatares cibernéticos pueden simular el placer físico, pero es difícil reproducir la profundidad de una conexión emocional. Podemos disfrutar de estas tecnologías como parte de nuestra exploración sexual, pero nunca podrán sustituir a una experiencia humana real.
«En última instancia, hay muchas otras tecnologías sexuales interesantes que probablemente se impondrán entre los consumidores mucho antes», afirma Rowntree. Por ejemplo, la teledildónica, que consiste en juguetes sexuales y dispositivos interactivos controlados a distancia. Puede que estas tecnologías no sustituyan por completo al sexo humano, pero ofrecen nuevas y excitantes formas de aumentar el placer sexual.
Las personas siempre tendrán una necesidad primaria de intimidad física con los demás, así que no parece probable que los robots vayan a tomar el relevo en un futuro próximo.
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