Un estudio publicado en el Journal of Sex Research encontró que cuando los hombres veían pornografía a través de tecnología de realidad virtual (VR), se sentían más deseados, más coqueteados y conectados con las actrices, en comparación con cuando veían pornografía a través de un video 2D. También sintieron una mayor necesidad de interactuar con las actrices y las percibieron como más inteligentes.
Los autores del estudio, Arne Dekker y su equipo, se sintieron motivados a realizar su estudio dada la falta de investigaciones actuales sobre los efectos de la pornografía en realidad virtual. Si bien es lógico que la pornografía en realidad virtual debería ofrecer una experiencia más inmersiva y conectada con los actores en comparación con la pornografía en 2D, los investigadores del sexo aún tienen que demostrar este efecto.
Dekker y sus colegas diseñaron un estudio experimental para probar este efecto entre una muestra de 50 hombres heterosexuales de entre 18 y 60 años. Los investigadores obtuvieron dos películas pornográficas diferentes que podían experimentarse en realidad virtual o en una pantalla plana. Ambas películas mostraban a un hombre teniendo relaciones sexuales con dos mujeres, desde la perspectiva masculina. En dos días diferentes, a cada sujeto se le asignó aleatoriamente ver dos de las películas: una en realidad virtual y otra en una pantalla plana.
Todos los sujetos calificaron su excitación sexual durante e inmediatamente después de cada película. También respondieron a una serie de preguntas sobre sus experiencias emocionales como espectadoras y sus percepciones sobre las actrices
Los hallazgos sugirieron que la pornografía en realidad virtual ofrecía una experiencia más íntima en comparación con la pornografía en 2D, de varias maneras. Por ejemplo, los hombres informaron una mayor excitación sexual, una mayor excitación corporal y un mayor deseo sexual por las actrices cuando vieron películas pornográficas en realidad virtual que cuando las vieron en la pantalla plana.
Como era de esperar, parecía que estas diferencias podrían haber tenido que ver con la inmersión de la realidad virtual, que permitía una experiencia en primera persona más sólida. Durante las películas de realidad virtual, los hombres dijeron que se sentían más como actores masculinos, más como agentes que como observadores, y más como si hubieran tenido relaciones sexuales con las actrices. Los hombres también se sintieron más coqueteados por las actrices en las películas de realidad virtual y más deseados por ellas. Finalmente, informaron haber sentido más contacto visual durante las películas de realidad virtual, sentirse más conectados con las actrices, sentir una mayor necesidad de interactuar con ellas y atribuyeron una puntuación de coeficiente intelectual más alta a las actrices.
Los autores señalan que la experiencia íntima que ofrecen las escenas de realidad virtual recuerda una relación psicológica llamada interacción parasocial (PSI). PSI, término acuñado por Horton y Wohl en 1956, describe cómo los consumidores desarrollan relaciones con los actores de los medios, percibiendo una cercanía con los actores a pesar de la unilateralidad de la relación. De esta manera, los espectadores se convierten en consumidores activos de medios en lugar de receptores pasivos.
Dekker y su equipo dicen que aún no está claro si la pronunciada intimidad de la pornografía en realidad virtual puede ser perjudicial para los espectadores, y señalan que se necesitarán estudios futuros para explorar los riesgos potenciales del uso habitual. En el lado positivo de las cosas, sugieren que puede haber un uso clínico para la pornografía en realidad virtual, tal vez en el tratamiento de problemas sexuales.
¿El estudio “¿Pornografía en realidad virtual como “máquina de empatía”? Perception of Self and Others in Virtual Reality Pornography”, fue escrito por Arne Dekker, Frederike Wenzlaff, Sarah V. Biedermann, Peer Briken y Johannes Fuss.
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