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La gente esta preparada para tener sexo con robots

En el 2017 la mayoría de las sociedades liberales aceptan o toleran el sexo en muchas formas y variedades diferentes. Los juguetes sexuales y los accesorios para la masturbación se han utilizado durante siglos y pueden adquirirse fácilmente en las tiendas de muchos países. Ahora las empresas están desarrollando robots para la gratificación sexual. Pero un robot diseñado para el sexo puede tener un impacto diferente si se compara con otras ayudas sexuales. Los que se están desarrollando actualmente son esencialmente representaciones pornográficas del cuerpo humano, en su mayoría femeninas.

¿La gente tendría sexo con un robot? ¿Qué tipo de relación podemos tener con un robot? ¿Serán aceptables los robots trabajadores del sexo y los burdeles? ¿Podrían los robots ayudar en la curación y terapia sexual? ¿Ayudarían los robots sexuales a reducir los delitos sexuales?

Éstas son sólo algunas de las preguntas que se plantean en un informe de 40 páginas elaborado por la Fundación para la Robótica Responsable que sugiere que los adultos están preparados para el encuentro más íntimo y real con la inteligencia artificial.

Uno de los problemas de la percepción pública de los robots sexuales es que actualmente el público no está bien informado sobre la realidad de los robots en general. Los robots sexuales son nuevos y sólo unas pocas personas los han conocido directamente. La información de dominio público procede principalmente de los tropos de ciencia ficción engendrados por la televisión y el cine. Esto se remonta a la antigua Grecia con el mito del artista Pigmalión, que se enamoró de una estatua que talló en marfil. Mandó hacer una cama especial para poder dormir con ella. Estaba tan enamorado que la diosa Afrodita la convirtió en una mujer de verdad.

El inventor de robots sexuales Sergi Santos no sólo está cambiando la forma en que los hombres se dan placer a sí mismos, sino que puede cambiar la sociedad tal y como la conocemos.

El científico español cree que es sólo cuestión de tiempo que el matrimonio entre humanos y robots sea algo común, e incluso ha ideado un plan para tener un bebé con su tentadora mecánica Samantha.

El sexo robótico ya es un hábito caro. Los modelos actuales cuestan entre 5.000 y 15.000 dólares, y empresas como Android Love Doll permiten a los compradores personalizar las muñecas (como el color del pelo y de los ojos, el tamaño del pecho y la forma del cuerpo). También son muy flexibles; la empresa presume de que los usuarios pueden reorganizar el torso y las extremidades para adoptar unas 50 posiciones flexibles. Pero en el futuro el compañero sexual robótico no necesitará ser ajustado por su usuario. Simplemente sabrá cuándo es el momento de tumbarse de espaldas. O, al menos, hacer algo un poco más creativo.

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