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Comercializacion de la xenosexualidad las mujeres y el tabu de los robots sexuales

Xenosexual: Aquel que exhibe deseo sexual por aquello que le resulta extraño, ajeno o ajeno.

Es la historia por excelencia «más extraña que la ficción»: sexo placentero, normal y aceptable con una máquina… ¿Qué podría ser más tabú ahora que el futuro de las posibilidades robóticas es tan vasto y está disponible para que lo abrace la imaginación activa?

¿Cómo podemos saber que nuestra cultura está pasando de una cultura de miedo a los compañeros androides a una de tabú y aceptación tácita? La respuesta está en la publicidad.

Esta es la primera vez que analizamos la audaz medida de marketing del vodka de la marca Svedka, y no son los primeros en utilizar imágenes de tecnologías avanzadas para vender productos. Pero aquí han tomado una decisión clara de pasar de los típicos métodos de marketing de “mujeres atractivas que venden alcohol” al colocar la función de venta de sexo directamente sobre los hombros de un candidato ciertamente más fuerte y maleable: el fembot ficticio. Por supuesto, no es probable que los fembots sean ficticios por mucho más tiempo. ¿Qué dice esto no sólo sobre el futuro del atractivo sexual, sino también sobre el futuro del marketing?

De hecho, estos anuncios envían mensajes contradictorios. ¿Deberíamos? ¿O no deberíamos? El robot sexy, que ha superado la tendencia moribunda del cuerpo prepúber demacrado y retocado con Photoshop, es el nuevo filo del tabú. Su cuerpo puede ser de metal, pero sus curvas son todas de mujer. Se supone que debemos verla hermosa y atractiva, sensual con las líneas elegantes de un cuerpo humano adulto y el brillo metálico de un auto nuevo y elegante. En muchos sentidos, ella es un paso adelante respecto de las formas sobresexualizadas y desnutridas de jóvenes implacables que pueblan las pasarelas y los sets de fotografía.

Los hombres con un fetiche por los robots sexuales todavía pueden ser vistos como extraños y antisociales, pero nuestros estándares culturales y puntos de vista al respecto están cambiando. El tabú de los robots está siendo cuestionado no sólo en revistas clandestinas, programas de sexo y salas de chat de Internet, sino también a la luz del día y bajo el escrutinio público. Aquí es donde llega la aceptación, en las calles y en nuestros medios.

El mensaje explica que debemos entusiasmarnos con el futuro, con las posibilidades y su infinitud. Pero también apestan a los mismos estereotipos culturales de las mujeres contra los que hemos estado luchando durante décadas: el de la naturaleza sexual binaria. La sociedad les dice a las mujeres que sólo hay dos “maneras” de “swing” y sólo dos “mensajes” que “enviar”: sí o no. ¿Los robots sexuales alguna vez dicen que no?

¿Permitirán los avances en la sexualidad robótica a hombres y mujeres humanos ir más allá de estas ideas restrictivas de género, sexualidad y consentimiento en sus propias relaciones?

¿O el amor por los robots simplemente ampliará la brecha entre nosotros en todas nuestras relaciones humanas?

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