La adicción al porno VR, ¿La próxima plaga de la humanidad? Según el experto Robert Weiss, es probable que la próxima generación de jóvenes sea completamente adicta a la pornografía de realidad virtual, hasta el punto de no salir de casa.
Gracias a la realidad virtual, la pornografía se acerca más que nunca a su propósito original: Sustituir el sexo real. Mientras que el porno solía limitarse a las fotos de las revistas, antes de pasar al vídeo en VHS y luego en la web, los sitios de porno VR permiten ahora a los usuarios de gafas VR sumergirse en una escena X. El usuario ya no es un espectador, sino un actor. Vive la acción en primera persona, con un realismo a veces sobrecogedor.
Y esto es sólo el principio. En 2018, el porno VR es sobre todo vídeos de 360 grados. Sin embargo, en un futuro próximo, los accesorios de realidad virtual para el porno podrán estimular los demás sentidos y simular las sensaciones del acto sexual. Podemos pensar en trajes hápticos que permiten sentir el tacto, accesorios que permiten respirar olores o, simplemente, juguetes sexuales conectados que reaccionan según el contenido mostrado en la pantalla.
Adicción al porno VR: Cuando lo virtual sustituye a lo real
Pero, ¿A qué nos lleva este impulso tecnológico? Cuando la VR sustituya realmente al sexo tradicional, ¿Qué pasará con nuestras sociedades? Si es posible satisfacer las necesidades sexuales de uno desde la comodidad del salón de casa, simplemente poniéndose unas gafas de realidad virtual, ¿Qué sentido tiene aventurarse en el mundo exterior para ligar con mujeres y arriesgarse a la humillación pública? La cuestión es tanto más relevante cuanto que la pornografía en realidad virtual no se limita a sustituir el sexo, sino que pretenda ofrecer una experiencia aún más satisfactoria al permitir al usuario dar rienda suelta a las fantasías más inconfesables.
Según Robert Weiss, experto en intimidad digital y autor del libro Sex Addiction 101, el porno VR supone un peligro real para las generaciones futuras. Predice que los encuentros virtuales parecerán tan realistas y emocionantes que los jóvenes de mañana podrían ser completamente adictos. En su opinión, el porno VR alienará a toda una generación, y los jóvenes se iniciarán en el sexo virtual antes de experimentar la emoción de un primer beso.
Adicción al porno VR: Los programas con webcam VR serán más adictivos que una droga dura
Para este experto, el mayor peligro no son las películas pornográficas en realidad virtual, sino las cámaras web en VR. Weiss se refiere a los «cam shows», servicios que existen en la red desde hace muchos años y que ofrecen a los usuarios pagar por ver a una azafata actuar en directo como, por ejemplo el famoso Strip Chat. En función de la cantidad pagada por el cliente, la azafata puede desnudarse, charlar con él o incluso realizar todas sus peticiones si dispone de medios.
Se calcula que esta industria ya tiene un valor de mil millones de dólares, con millones de usuarios activos. Cuando se extienda a la realidad virtual, las consecuencias podrían ser fenomenales y posiblemente dramáticas. Ya existen servicios de programas de cámara web VR, pero en un futuro próximo, estas plataformas serán tan realistas que realmente se sentirá como si estuviera físicamente presente en la habitación con la anfitriona y pudiera establecer contacto con ella.
Adicción al porno VR: Una sensación de intimidad ilusoria
Aunque Robert ya ha atendido a cientos de adictos al sexo, está en condiciones de predecir que los programas de VR Cam serán una droga dura para los más vulnerables. Según sus previsiones, en sólo dos años, miles de personas en todo el mundo vivirán para este tipo de entretenimiento. La cálida y cariñosa anfitriona proporcionará un refugio ilusorio a los usuarios que realmente se sientan en una relación íntima con una persona del sexo opuesto.
Con la ayuda de los juguetes sexuales por control remoto, el usuario tendrá la oportunidad de estimular físicamente a su interlocutor y recibir placer a cambio. Sin embargo, cuando el espectáculo termina, el usuario se queda solo consigo mismo y con sus gafas de realidad virtual apagados. Una perspectiva deprimente y desmoralizadora, y en la que la víctima sólo tendrá una opción: Volver a hacerlo. Una y otra vez, hasta el punto de no salir de casa.
Desde hace 25 años, Robert Weiss se ocupa de los hombres que pasan horas en el sexo telefónico, dispuestos a pagar 5 euros por minuto para escuchar una voz femenina susurrando dulces naderías. En su opinión, la adicción al porno de la VR será una de las más temibles a las que se haya enfrentado la humanidad en su historia. Un presagio aterrador, que refleja el lado oscuro de la realidad virtual…
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