Desde los amputados hasta los adictos al porno, el arte del tacto está siendo explorado y monetizado por la creciente industria háptica.
De los sentidos, el tacto podría ser el más infravalorado. El tacto es personal, primario, invasivo y relajante. Si nos tocan en las circunstancias equivocadas -manoseo en el metro, maltrato de un compañero agresivo-, nuestro sistema nervioso se dispara. En otras ocasiones, anhelamos que nos toquen; los periodos sin contacto pueden ser mentalmente incapacitantes y emocionalmente agotadores.
Es fácil olvidar que nuestra piel es un órgano, el mayor de todos. Esta envoltura protectora protege nuestros músculos, huesos y órganos, además de evitar los agentes patógenos. Mantiene el agua dentro y nos aísla de los elementos. A menudo consideramos nuestros ojos y oídos en términos de cómo navegamos por el terreno, pero nuestra piel juega un papel igualmente esencial. Para bien o para mal, define nuestros límites, nos distingue en este mundo.
Somos animales táctiles. La sensación de algo es tan importante como su sabor, su olor, su aspecto y su sonido. Sin embargo, como cualquier sentido, no siempre lo apreciamos hasta que desaparece.
La industria de la háptica está tratando de cambiar eso. Esto supondría un gran avance en las prótesis, que hasta ahora se han centrado más en el diseño que en las sensaciones. Puede que los piratas con piernas de palo sigan circulando en el imaginario cultural, aunque nos hemos acostumbrado a las tremendas hazañas realizadas con palas de correr olímpicas. Ofrecer sensaciones a los amputados es el siguiente avance en el negocio del tacto.
Adam Gopnik, redactor del New Yorker, se interesó por el tacto cuando notó que su teléfono móvil zumbaba en su bolsillo. El problema es que no había ningún teléfono. Resulta que los «teléfonos móviles fantasma» están muy extendidos. Gopnik informa de que alrededor del noventa por ciento de los estudiantes universitarios lo experimentan al menos una vez. Los receptores de la piel de nuestros muslos se acostumbran a los zumbidos habituales; los receptores traducen entonces cualquier sensación como un teléfono.
Esto llevó a Gopnik a explorar lo importante que es el tacto.
El tacto siempre ha sido importante, escribe Gopnik; sólo que la ciencia tardó en darse cuenta. Se podría pensar que cualquier contacto desencadena el mismo sistema, pero en realidad hay dos sistemas sensoriales distintos. Uno procesa el picor, por ejemplo; el otro, el dolor. (Curiosamente, podemos cambiar el dolor por el picor, pero no el picor por el dolor).
Mientras los investigadores buscan formas de llevar el tacto a las prótesis -como todos los sentidos, se trata de conectar el «miembro» con el cerebro para generar sensaciones-, otros buscan explotarlo con fines lucrativos. Uno de ellos es un sistema háptico que permite sentir la textura de la ropa y otros productos, lo que podría revolucionar las compras por Internet.
El futuro de la industria táctil pasa por la creación de sensaciones virtuales, ya sea el Departamento de Defensa, que financia proyectos de ayuda a los veteranos, o la agresiva apuesta de la industria del porno por la realidad virtual para facilitar un mercado creciente de sexo con avatares reales. En enero hablé con Brian Shuster, director general y fundador de la empresa de porno en realidad virtual Utherverse, en la AVN Adult Entertainment Expo de Las Vegas. Él cree que la tecnología háptica de tercera y cuarta generación revolucionará la sexualidad. Cuando se domine el arte del tacto en el espacio virtual, las relaciones cambiarán para siempre: Se acabará la monotonía en el dormitorio con avatares personalizables.
O, prosigue, se evitará el compromiso por completo. Los aspectos visuales del sexo en línea son cada vez más amplios. Una vez que podamos sentir variaciones humanas en lugar de vibraciones producidas por máquinas, nuestro cerebro podría no ser capaz de distinguir entre animal y avatar.
Lo que nos dice mucho sobre quiénes somos. El neurocientífico VS Ramachandran es muy conocido por sus trabajos sobre el dolor fantasma. Tras perder un miembro, los amputados pueden «sentirlo» durante días, meses o incluso años. (Hace dos años me extirparon un testículo tras sufrir un cáncer testicular. Todavía puedo «sentirlo» algunas noches). Ramachandran desarrolló una caja de espejos para engañar al cerebro de la persona amputada y hacer que se desprenda del miembro fantasma, con gran éxito. Los desarrolladores de la tecnología háptica creen que la adición del tacto a las prótesis también cumplirá esta función.
A medida que la ciencia evolucione, la inteligencia háptica nos enseñará todo sobre este sentido tan importante. Como informa Gopnik, la corporeidad y la inteligencia también están determinadas por el tacto. Interactuamos con nuestro entorno en todo momento. El papel del entorno en los genes está bien documentado, pero nuestra piel desempeña un papel igualmente importante en la forma en que nos movemos por nuestro entorno. La propiocepción, la comprensión de nuestro cuerpo en el espacio, y la exterocepción, la forma en que percibimos el mundo exterior depende del tacto y de ser tocados. Cuanto más «en contacto» estemos con las sensaciones físicas, más cómodos nos sentiremos en nuestra piel como concluye Gopnik.
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