Mortimer Granville no es un nombre que acompañe a Alexander Graham Bell o Philo Farnsworth. Pero el médico británico del siglo XIX que inventó el vibrador pertenece al panteón de los grandes inventores como el que más, tan influyente sigue siendo su obra en la vida de los seres humanos corrientes. A diferencia de Jonas Salk, Peter Dunn y Albert Wood no inventaron una vacuna, pero sí la Viagra. Y seguro que puedes reconocer que los que venden productos eróticos siempre han impulsado los márgenes de la tecnología, desde la imprenta hasta el vídeo doméstico, los foros web, los DVD, el streaming de alta definición y la VR; la mayoría de las veces, el porno ha llegado primero.
Olvídese del antiguo sumerio que inventó la rueda, o de la cometa atada con una llave de Ben Franklin – porque para todos los legendarios pioneros tecnológicos, innovadores e inventores de la humanidad,
siempre han existido esos genios subestimados, esos sensualistas ávidos de placer, libertinos y buscadores de emociones en general que responden a la llamada de la humanidad (por no hablar de sus propios deseos básicos) para sentir más alto y más caliente, para ir más rápido, para hacer que dure más tiempo y conseguirlo más duro, más fuerte, más pronto, y simplemente más, y más, y más. La necesidad no siempre es la madre de la invención. A veces, es simplemente la curiosidad. Pero a veces, es simplemente porque estamos fogosos.
Esta semana, nos complace traerles una versión diferente de Futurismo, con historias desde el horizonte del hedonismo: Bienvenidos a La Ciencia del Placer. Te traerán historias de ambas publicaciones sobre los máximos y los placeres y los bordes (o aristas) del mañana, hoy.
Esta semana, te llevaremos desde el ligeramente horrible y fascinante mundo del porno de redes neuronales generado por la IA, hasta los implantes de tecnología humana que proporcionan placer directamente a tu cerebro, pasando por libidos hackeadas por genes, órganos sexuales CRISPR, juguetes sexuales biónicos, sexo espacial, sexo de autoconducción, algo llamado «orgasmatrón», intercambio de cuerpos de VR, el milagro neurocognitivo conocido por algunos como «banco de nalgadas», hipnotismo erótico y mucho más.
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